
Bisturí con alma de poeta
por: Jose Zanoni YadaHistorias reales, sentimientos verdaderos y profundos Reflexiones sobre el arte de ser médico y una colección de poesía. Un libro que reúne integralmente, a través de las letras del autor, dos facetas del ser humano: arte y ciencia.
- El hombre que podía curar por: Mariela Miño Orellana 7.49€Añadir al carrito
El recorrido de un hombre extraordinario, poseedor de un maravilloso poder, cuya motivación es encontrar su lugar y propósito en el mundo, durante los tiempos de la Guerra Fría. Un mundo que, tal vez, no está preparado para él.
Gabriel, el hombre de ojos celestes, vivirá una serie de experiencias, sentimientos y emociones durante su intensa jornada de autodescubrimiento; la cual, lo llevará a lugares como Colombia, México y Sudáfrica en el apartheid. - Bistouri à l’âme poète (Pensées et poèmes) por: Jose Zanoni Yada 3.79€Añadir al carrito
Néanmoins, au delà des Histoires et des poèmes, il s’agit surtout des Réflexions sur l’art d’être médecin. Du livre original en espagnol. Maintenant, en français, nous allons découvrir la belle prose et la poésie de ce poète et neurochirurgien. Avec ses lettres qui atteignent l’âme et nous font sentir et de penser.
- Inferno. Poéticas de la muerte, de Gilgamesh a Internet por: Daniel Alcoba 3.99€Añadir al carrito
Objeto constante de las religiones, la poesía y el arte de todos los tiempos, el infierno es más antiguo que los dioses, Dios, los ángeles y los demonios. Ha sido, sucesivamente, mundo de abajo o inferior, país o casa de Hades, Gehena… Se llama infierno a diversas poéticas de la muerte, otros tantos tapices de imágenes atroces que tejemos los vivos desde hace milenios. La iglesia de Roma o sus papas aseguraban que el infierno aguardaba las almas de los réprobos con todas las hornallas encendidas y el personal demoníaco completo, sartén en mano, hasta la llegada del papa Francesco, el argentino Jorge Mario Bergoglio, que declaró urbi et orbi que el infierno es un mito poético, un símbolo o metáfora del alma alejada de Dios, que es amor.
Este libro ofrece un catálogo muy amplio de paisajes de ultratumba, postrimerías de la vida o, para decirlo con mayor propiedad y precisión, de poéticas de la muerte. La imaginería del final de la vida a través del tiempo y las diversas religiones, con particular detención en las que más nos conciernen, las bíblicas o monoteístas e incluso las generadas por internet en las redes sociales.«El escritor Daniel Alcoba repasa en un ensayo el “origen y la historia del miedo al castigo eterno”».
El infierno como inspiración - Valorado en 4.67 de 5Memorias del Internado por: Fernando Baena Suárez 3.99€Añadir al carrito
Un joven drogadicto es enviado a los Estados Unidos a un internado para su rehabilitación, donde sufre un proceso riguroso del cual no logrará salir bien librado debido, entre otras cosas, a las presiones de las directivas, quienes emplean métodos poco ortodoxos y muy extremos en su intento por modificar las vidas de los estudiantes. La obra es narrada en primera persona, un retrato intimista donde el personaje central se enfrenta tanto a sus fantasmas propios de su adicción a las drogas, como a un amor disfuncional e imposible. El personaje en cuestión, Agustín Cervantes, describe sus sentimientos, sus angustias, rodeado de unos personajes que afectan su frágil condición adictiva, quienes tendrán un final inesperado.
- Pasión irlandesa de Antonin Artaud por: Daniel Alcoba 0.00€Añadir al carrito
La novela tiene 75 408 palabras. Narra el viaje y la campaña mágica de A. Artaud en Irlanda en 1937, y su catástrofe: regreso a Francia enchalecado en camisa de fuerza. La reclusión en hospitales psiquiátricos se prolonga hasta casi la muerte del poeta, el 4/03/1948.
La historia tiene cuatro narradores: 1) una “hija del alma” de Artaud, Séverine Cathin, poeta surrealista, ginecóloga y lesbiana; 2) el enano Zaqueo, personaje del Evangelio (Lucas, 19: 1-3), que es el OTRO alucinado que lo atormenta en sus delirios demoníacos; enemigo mortal; 3) el propio A. Artaud cuyas páginas apócrifas afloran en el texto; 4) y Kathy, editora del libro, “niña de luz” de concepción “milagrosa” (inseminación artificial avant la lettre) nacida el 1 de septiembre de 1939, es decir, el día en que comenzó la II Guerra Mundial.
El poeta y dramaturgo surrealista emprendió un viaje a la República de Irlanda en 1937 en cuyo transcurso se agravaría la psicosis que padecía. Nadie sabe lo ocurrido en aquella expedición. La historia que se cuenta aquí es imaginaria, aunque hay numerosos autores latinoamericanos y algunos franceses de carne y hueso entre sus personajes, que conviven con otros de pura invención poética y novelesca. Artaud estaba aquejado de teomanía (el cuadro clínico se caracteriza por tener el paciente trato con Dios, demonios diversos, la Virgen María…etc.), e interesado en la magia y el esoterismo de raíz judía (Cábala hebrea).
Entre los personajes no protagonistas hay un grupo de autores latinoamericanos: Alfonso Reyes, a la sazón embajador de México en Francia, César Vallejo, la esposa de éste Georgette, Miguel Ángel Asturias, Vicente Huidobro y su pareja Jimena Amunátegui, el “marqués de Lascanotegui, un hacendado argentino, diletante; el cubano Alejo Carpentier… todos contemporáneos y residentes parisinos en el período 1927 – 1938, que frecuentan a los franceses André Bretón, Robert Desnos, Ribement Dessaigne, Anaïs Nin, todos ellos colegas y amigos de A. Artaud.
Artaud viajó a México en 1935, en busca de “la última verdad”. No la encontró, por eso en 1937 fue a Irlanda a buscarla entre los celtas de la isla de Aran, guardianes del pasado ancestral. Llevaba el bastón “de trece nudos” que le regalara un amigo. A propósito de ese objeto, Artaud escribió entonces que procedía de la hija de un mago de Saboya mencionado en la profecía del santo patrón de los irlandeses, (san Patricio, Patrick, Paddy): “En Dublin no estaba solo a 1 contra 1000 (irlandeses fanáticos de Roma). Estaba solo pero con un bastón especial… que tiene 200 millones de fibras, y está incrustado de signos mágicos que representan las fuerzas morales y un simbolismo antenatal que por otra parte debe retomarse (…) Lo usé en Irlanda para imponer silencio a todos los que ladraban, y si me encarcelaron y deportaron fue porque yo mismo comprobé que como medio de defensa no servía para nada…”.
Enorme decepción, porque era el báculo, cayado o vara mágica que usara en su momento san Patricio para expulsar las serpientes de la isla, vencer a un poderoso druida que podía volar igual que Simón Mago, el diabólico enemigo de san Pedro; derrotar dragones, convertir sus dedos santos en antorchas, hacer que el hielo ardiera, trasmutar la nieve en leche y mantequilla, protegerse de la lluvia y el frío, abrir agujeros en la tierra por donde escapaban las llamas del purgatorio y los ayes de los condenados… Sí, la expedición a Irlanda es quijotesca: pero el báculo o cayado de san Patricio era más poderoso que el yelmo de Mambrino, porque también lo había usado Cristo para derrotar al demonio en el desierto, e incluso había estado en las manos del propio Samael ¡Por algo tenía trece nudos y el signo del rayo en su madera! La segunda guerra mundial ya se insinúa en la violencia de la historia y en la malignidad de las pasiones.
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